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Irán y la percepción islámica de occidente (página 2)



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Se paso del régimen laico del Sha Reza Pahlevi (
que gobernaba desde 1941) a un sistema de
gobierno
islámico. Este nuevo régimen postulo la idea de
instaurar una ‘República Islámica’,
dirigida por Dios, administrada por un gobierno de
juristas-teologos o consejo de sabios (Ulema) que eligen entre
sus miembros a un Imam ( Jefe supremo inspirado por Dios) y la
aplicación de la Sharia ( Derecho islámico) en su
versión Shiita. A este nuevo sistema de gobierno se suma
los postulados de tinte democrático inspirados en Ali
Shariati.

Ante el temor de que esta revolución
se expandiera en la región, y en los demás Estados
islámicos, los países occidentales empiezan a
apoyar el régimen de Saddam Hussein y guían a este
hacia una guerra con
Irán.

Es así, como el 21 de Septiembre de 1980, el
ejercito iraquí realiza un ataque en la frontera con
Irán. La justificación de Irak se basaba
en una vieja disputa fronteriza por la zona de Shatt
El–Arab, pero el verdadero objetivo era
debilitar al régimen iraní y de esta forma no
permitir el avance de la ‘Revolución
Islámica’.

En 1979, ante el triunfo de la revolución que
puso en el poder en
Irán a Ruhollah Khomeini, se instauró un
régimen percibido por Occidente como contrario a las ideas
de la modernidad. A
esta situación se sumó la ocupación de la
embajada de los EE.UU. en Teherán y las enseñanzas
particulares de Khomeini. La revolución iraní, con
su política
antinorteamericana, provocó que Occidente viera al
Islam como la
nueva amenaza que reemplazaría al comunismo.

Podemos decir junto a Roger du Pasquier que:

" La revolución llevada acabo por
Irán, en el año 1979, ha sido considerada por la
opinión internacional como la expresión mas
típica del ‘despertar del Islam’. En todo
caso, ha sido el acontecimiento mas ruidoso acaecido en esta
segunda mitad del siglo en el mundo musulmán, donde ha
supuesto un seísmo de primera magnitud, cuya
connotación todavía no ha terminado de producir
sus efectos" .

A este acontecimiento, de un nuevo modelo
iraní, se sumo – posteriormente – en 1989, la
fundación de un estado
islámico-militar en Sudan y la fuerte presencia del Frente
Islámico de Salvación (FIS) en la República
de Argelia, la invasión de Saddam Hussein del Emirato de
Kuwait y la caída del Bloque Soviético, cuestiones
que acentúan la atención de las potencias occidentales en
los nuevos movimientos políticos que surgían del
seno del Islam, a partir de la Revolución de Khomeini, y
que parecían contradecir las aspiraciones de crear un
‘Nuevo Orden Mundial’.

Después de 1989 el mundo capitalista se
había quedado sin un ‘enemigo’ visible. Pero
mantenía una estructura
ideológica y militar que necesitaba de esa noción
de oponente. La resistencia de la
población musulmana a que cambien sus
creencias y costumbres, hizo – para los intelectuales
militaristas – que el Islam resulte el candidato perfecto para
este papel de adversario.

En una entrevista a
Alain Gresh – jefe de redacción de la revista
francesa   "Le Monde Diplomatique" – ante la pregunta si
desde la caída del muro de
Berlín y la desaparición de la Unión
Soviética, el Islam parecía ocupar en Occidente el
lugar que antes ocupaba el comunismo, transformándose en
un enemigo al acecho, cuyo objetivo era destruir los pilares
básicos de la sociedad
occidental y capitalista, Gresh
respondió :

"La actitud
occidental hacia el Islam todavía esta impregnada por la
condena que Ernest Renan hiciera del Islam en una famosa
conferencia,
el 29 de marzo de 1883, en la Sorbona de París. Renan
planteaba que el Islam era la unión indivisible de lo
espiritual y lo temporal, el reino del dogma, la cadena mas
pesada que la humanidad podía cargar. Esta visión
impregnó durante más de un siglo la actitud
occidental hacia el Islam. Si en un momento sirvió para
justificar las incursiones coloniales, hoy realimenta todos
nuestros fantasmas ; liberado de la amenaza
comunista, el Occidente estaría rodeado por
‘bárbaros fanatizados’ prestos a caer sobre
el viejo continente".

Para el escritor argentino Pedro Brieger, Occidente se
encontraba en una campaña de medios de
comunicación contraria a los musulmanes y
especialmente a los árabes. Brieger lo expresó con
las siguientes palabras :

"Su ‘demonización’ en los
medios
masivos de comunicación occidentales y en los
mensajes emitidos por los más altos estratos
gubernamentales de Occidente es una constante que
parecería tener como objetivo perpetuar una paranoia
antislámica. Incluso antes de la revolución
iraní – especialmente durante la crisis del
petróleo de 1973-1974 – el árabe
ya era presentado como un chantajista del petróleo, lascivo, deshonesto, presto a
lanzar su yihad para invadir el mundo civilizado vistiendo
atuendos tradicionales que la mayoría de ellos ni
siquiera usa".

En esta época, diferentes autores todavía
tratan de explicar – obviamente que con valoraciones occidentales
– qué es la Yihad. Como ejemplo citamos a Mark
Juergensmeyer, que nos dice :

"Además de la prohibición de matar
del Corán, hay otros principios
musulmanes que la justifican. La violencia es
necesaria con fines punitivos, por ejemplo, y se dice que a
veces es imprescindible para defender la fe. En el ‘mundo
del conflicto’ (Dar al Harb) fuera del mundo
musulmán, la fuerza es un
medio de supervivencia cultural. Semejante contexto, se cree
que mantener la pureza de la existencia religiosa es
cuestión de Yihad, una palabra que significa
literalmente ‘luchar’ y a menudo se traduce como
‘guerra santa’. Este concepto lo han
usado guerreros musulmanes para racionalizar la
expansión del control
político en regiones no musulmanas. Pero la ley
islámica no permite que se use la Yihad arbitrariamente,
para beneficio personal, o
para justificar la conversión forzada a la fe : las
únicas conversiones que se consideran válidos son
las que llegan por medio de la persuasión no violenta y
racional y el cambio de
corazón".

Para Bruno Étienne en su obra ‘El Islamismo
radical’ – estudio sobre la forma político y
religiosa que asume la ortodoxia islámica ante los
problemas de
la modernidad – la Yihad es una palabra
‘prostituida’ por la prensa
occidental, ya que es traducida por ‘guerra santa’ y,
a su vez, no se destaca – en Occidente – el origen que tiene la
Yihad en el derecho de Dios. Es debido a esto
que :

"Jurídicamente la Yihad consiste en la
acción armada con vistas a la
expansión del Islam y a su defensa. Esa
obligación jurídica se deriva, según la
doctrina y la tradición histórica, del principio
fundamental del universalismo, porque el Islam debe extenderse
por todo el universo y
cuando sea necesario, por la fuerza".

Por su parte, Gilles Kepel – considerado uno de los
autores y especialistas occidentales más destacados sobre
el estudio de los movimientos sociales surgidos del Islam – en su
extensa obra "La Yihad, expansión y declive del
islamismo", hace una descripción del último cuarto de
siglo, planteando un supuesto resurgir y un declive de los
movimientos islámicos y de los efectos que causó en
las diferentes clases intelectuales y políticas
en la sociedad occidental. En la obra podemos
leer :

" El último cuarto del siglo XX estuvo
marcado por el surgimiento, el ascenso y el posterior declive
de los movimientos islámicos, un fenómeno tan
espectacular como inesperado. Cuando el reflujo de la religión a la
esfera privada parecía ya un hecho definitivo en el
mundo moderno, la súbita expansión de grupos
políticos que pretendían proclamar el estado
islámico, que sólo se basaba en el Corán,
se definían como partidarios de la Yihad, la guerra
santa por la causa de Dios, y reclutaban a sus seguidores entre
la población de las ciudades, puso en entredicho muchas
convicciones. En un primer momento, este fenómeno
provoco un rechazo de terror. Para los intelectuales de
izquierda, tanto en el mundo musulmán como en Occidente
representaba una variante religiosa del fascismo ;
para los liberales, el resurgimiento de un fanatismo liberal.
Mas tarde, a medida que estos movimientos cobraban mayor
importancia, sembraron el desconcierto entre buena parte de sus
críticos. La gente de izquierda empezó a darse
cuenta de que tenían una base popular. Algunos
marxistas, antiguos o recientes, que esperaban encontrar en
ellos la implantación de masa que no habían
conseguido alcanzar, atribuyeron a los islamitas virtudes
sociales, intentaron iniciar un diálogo político e incluso en
algunos casos se convirtieron. Los de derecha observaron que
predicaban el orden moral, la
obediencia a Dios, la hostilidad hacia los impíos y, por
tanto, hacia los materialistas comunistas y
socialistas".

En los años 90 surgen los trabajos de Huntington
con su teoría
del ‘Choque de Civilizaciones’ , en los cuales el
autor clasifica al mundo en siete u ocho civilizaciones – una
sola sería la occidental y el resto serían no
occidentales -.

Para Huntington estas son : la Occidental, la
China o
confusiana, la Japonesa, la Hindú, la Islámica, la
Latinoamericana, la Eslava Ortodoxa y la Africana
Subsahariana.

Estas civilizaciones se asocian a su vez a cuatro
grandes religiones : cristianismo,
Islam, hinduismo y confusionismo.

En oposición a la idea de una civilización
universal – postulado de Fukuyama – dominada por los patrones
valorativos occidentales, plantea que en el mundo de la
postguerra fría, las distinciones culturales son vitales y
la política mundial se vuelve multipolar y
multicivilizacional.

A esta concepción, Huntington agrega que los
conflictos
más peligrosos son los que se producen a lo largo de las
líneas divisorias existentes entre las civilizaciones,
teniendo como principales elementos de fricción y futura
violencia a :

1) la interacción de la arrogancia
occidental,

2) la intolerancia islámica y

3) la autoafirmación china.

Huntington, afirmaba que en ese proceso de
homogeneización cultural, económica e incluso
política sería inevitable un choque de culturas y
civilizaciones, y para dar como ejemplo de su tesis, expuso
el supuesto conflicto permanente entre Occidente y el Islam. Con
respecto al Islam – Huntington – intenta explicar en su libro las
causas del ‘resurgimiento’ islámico – en
ascenso a partir de los años setenta – y logra una
conclusión, que es la siguiente:

"El problema subyacente para Occidente no es el
fundamentalismo islámico. Es el Islam, una
civilización diferente cuya gente está convencida
de la superioridad de su cultura y
está obsesionada con la inferioridad de su
poder".

El autor no acusa a los movimientos violentos que puedan
surgir del Islam, ni a los ‘fundamentalistas’
musulmanes de ser un posible peligro, sino, por el contrario,
acusa al Islam en si mismo, de ser una amenaza para la
estabilidad mundial y la seguridad de
Occidente.

A la labor de Huntington se la puede clasificar de
destructiva, debido a que trató de igualar la
situación particular de oposición, que tenía
Occidente de ciertos países islámicos –
Irán, Sudán, Líbano y Argelia –
proyectándola a todo el mundo islámico, es decir
que trato de hacer percibir a mas de 52 estados con poblaciones
que superan los 1300 millones de habitantes, como un
‘peligro’ a la seguridad occidental.

En conclusión, podemos decir que en el Occidente
moderno se ha instaurado la nueva percepción
del Islam como amenaza, a partir de la revolución
iraní de 1979, y se ha acentuado ante los planteos y
postulados teóricos sobre el equilibrio
mundial del poder, en los trabajos de Samuel
Huntington.

 

Ramiro Anzit Guerrero.

Especialista en Contraterrorismo y
Seguridad.

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